Las serpientes pertenecen al suborden de las Serpentes; se cree que provienen de algún tipo de lagarto, aunque su origen exacto aún no ha sido confirmado por los científicos. Son conocidas también como ofidios, pertenecen a la familia de los reptiles. La serpiente es la especie en general, y dentro de ellas están las culebras y las víboras. Es posible hallar más de 3.400 especies de este animal, de las cuales unas 500, aproximadamente, son venenosas.

            Características

Se caracterizan por presentar un cuerpo alargado y cilíndrico; no tienen y tienen un esqueleto óseo muy flexible. Se les denomina animales de «sangre fría» por ser reptil, así que no tienen capacidad de regular por sí mismos su temperatura corporal.  Su esqueleto está  formado por gran cantidad de vértebras. Su mandíbula está unida al cráneo de manera muy débil y posee fuertes músculos que le permiten abrirla de manera sorprendente para devorar presas totalmente enteras. Como auxiliar de su sentido del olfato, su singular lengua bífida es utilizada en todo momento, pues con ella recogen partículas en el aire para ser trasladadas a un órgano sensorial llamado órgano de Jacobson, con el que pueden encontrar pareja para la reproducción, detectar a los depredadores y localizar presas. También poseen cavidades termoreceptoras cerca de los ojos, capaces de detectar el calor. Las serpientes no tienen orejas externas y, por lo tanto, no pueden oír la mayor parte de los sonidos transmitidos por el medio aéreo. En su lugar, los huesos de la cabeza están preparados para detectar vibraciones, vitalmente importantes, por debajo de la tierra. Esta es una habilidad que la mayoría tiene muy desarrollada por eso es que una serpiente, a pesar de su “sordera”, puede detectar a un depredador a kilómetros de distancia. Su brillante piel está formada por escamas que sirven para aferrarse a las superficies y no resbalar. En ocasiones es difícil diferenciar la cola y la cabeza de la serpiente. Cuando están creciendo es habitual que muden completamente su piel. Esto ocurre de cuatro a seis veces al año. Su tamaño oscila entre los 10 milímetros y los 10 metros. Las serpientes no cuentan con una vista privilegiada y detectan a su víctima por el calor que irradia el cuerpo. No tienen párpados, de modo que no pueden cerrar los ojos ni siquiera cuando duermen, aunque les protege de cualquier tipo de daño que la tierra o vegetación espesa pudiera causar. Los tipos de serpiente más pequeñas pueden vivir una media de 12 años. Pero los tipos de serpiente de mayor tamaño pueden tener una esperanza de vida de hasta 40 años estando en cautividad.

            Hábitat

Su distribución tiene un alcance global. Están presentes en las regiones tropicales y subtropicales de América, África, Europa, Asia y Oceanía. Solamente las zonas cercanas a los polos son inhabitadas por las serpientes, ya que como todo reptil, necesitan de climas cálidos para sobrevivir; sin embargo unas cuantas se aproximan a las zonas subárticas mostrando gran capacidad de adaptación. Existen especies de serpientes acuáticas, terrestres e incluso las serpientes de árboles a quienes les gusta estar colgadas de las ramas y solo bajan de ellas para alimentarse e hidratarse. Las que viven en medios acuáticos pueden hacerlo tanto en aguas dulces como saladas. Las terrestres se hallan en bosques, desiertos, selvas y otros espacios geográficos.

            Alimentación

Todas sin excepción son carnívoras. Su dieta incluye aves, anfibios, mamíferos, peces, insectos y hasta otros reptiles, entre ellos otras serpientes, pero esto no se da en todos los casos. Estas no pueden masticar, por lo que ingieren los cuerpos enteros.  Tienen la capacidad de comer animales hasta tres veces más grandes que su cabeza y su diámetro, por lo que al estar completamente llenas y haber gastado mucha energía, deben de permanecer en estado de letargo para realizar todo el proceso de digestión y poderse recuperar físicamente. Cuando capturan presas muy grandes, la serpiente puede pasar hasta meses sin probar alimento.

            Reproducción

Las serpientes maduran sexualmente alrededor de los dos años de edad aunque el macho puede tardar un poco más.  Las hembras y los machos son difíciles de diferenciar en este grupo, ya que el dimorfismo sexual es casi imperceptible. La fisonomía externa de los dos sexos, el color e incluso el tamaño suele ser muy similar en la mayoría de las especies. Solo es posible determinar el sexo en muchos casos contando el número de escamas ventrales y subcaudales del ejemplar, o comparando el grosor de la base de la cola. El órgano reproductivo de los machos es conocido como hemipene (los lagartos también lo presentan). Los machos pueden tener más de un órgano de este tipo en la base de la cola, pero los usan de manera alterna en cada cópula. El hemipene se encuentra contenido en el interior del cuerpo hasta que llega el momento del apareamiento, que emerge valiéndose del tejido retráctil de la zona. Los machos de un mismo género pueden llegar a enfrentarse para tener el derecho de aparearse con la hembra. El que logre derrotar a su rival tiene mayores posibilidades de ser aceptado por la hembra.  Una vez que la hembra ha dado su aprobación, se inicia el acto sexual. El contacto físico entre el macho y la hembra es a través de la cloaca, los machos sujetan su hemipene en las paredes de este orificio hasta completar con éxito la fertilización. Luego del apareamiento, las hembras ponen los huevos. En algunas especies los huevos se mantienen en sus cuerpos durante un largo tiempo, luego dan a luz pequeñas serpientes vivas. El periodo de incubación puede durar entre 2 o 5 meses dependiendo de la especie. Algunas hembras pueden tener hasta tres nidadas por temporada. Pueden volver a aparearse con un macho luego de la puesta o almacenar los espermatozoides en sus cuerpos. No todas las especies de serpiente son ovíparas; algunas de ellas son ovovivíparas, lo que significa que retienen los huevos dentro del cuerpo hasta que el embrión está desarrollado en su totalidad. La eclosión puede darse a los pocos minutos después de la puesta, o bien, se realiza internamente antes de que los huevos sean expulsados, naciendo crías vivas envueltas por una membrana gelatinosa. Los huevos de cualquier especie de serpiente necesitan de temperaturas cálidas para asegurar el éxito en la eclosión, pues de lo contrario no logran sobrevivir.

            Comportamiento

Las serpientes se mueven en el terreno mediante movimientos oscilantes y laterales, en contacto con la superficie que están atravesando. La mayoría suelen ser muy solitarias, difícilmente viven en colonias o comunidades y únicamente se juntan con un ejemplar de su misma especie cuando llega la época de aparearse. En algunos casos ciertas especies suelen ser algo agresivas y pueden atacar sin razón aparente. Su condición depredadora y defensiva se manifiesta desde que abandonan el cascarón o el cuerpo de su madre. Son completamente independientes desde que conocen el mundo exterior. Presenta gran habilidad para la caza: son muy rápidas y silenciosas.  Por eso es que para la mayoría de las presas, e incluso para las personas, es bastante difícil advertir el ataque de uno de estos animales. Las serpientes levantan la cabeza cuando se ponen en alerta. Estos animales han desarrollado técnicas propias de captura y deglución muy eficaces. Algunas pueden atrapar a un murciélago en el aire, incluso en la más absoluta oscuridad. En función de donde viven su comportamiento puede variar, por ejemplo, los trópicos son tan calurosos que los reptiles pueden estar activos durante mucho tiempo. En cambio, en las zonas más frías, les fuerza a permanecer aletargados y tienen que hibernar.

Categorías: Plagas

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